lunes, 21 de noviembre de 2011

Teoría sobre la felicidad

En el anterior post (titulado “La felicidad es una elección”) intenté hablar del concepto de la felicidad. Bueno, no, miento. Intenté hablar de cómo conseguir la felicidad. Y hablando del tema, resumido quizá con la frase “La felicidad no será, nunca, nada que no puedas conseguir”, surgieron comentarios y conceptos muy y muy interesantes. Porqué quizá la importancia a la hora de reflexionar no recae tanto en qué es la felicidad o cómo se consigue, sino que tal vez la clave sea qué camino hay que recorrer o, mejor dicho, a qué distancia de la felicidad nos encontramos.

Como muy bien exponía Joel (ver http://mendoloiro.blogspot.com/2010/07/teoria-sobre-la-felicitat.html -comentarios en catalán) podríamos discutir horas y horas sobre qué es la felicidad, si la felicidad son momentos (no recuerdo quién lo dijo), emociones, situaciones, etc. Debido a la increíble y habitualmente olvidada subjetividad del lenguaje, intentaré englobar rápidamente a qué me refiero cuando hablo de felicidad en este post y en los que he escrito hasta ahora. Intento hablar de una felicidad más crónica, de una especie de bienestar maduro, continuo, rico y relativamente estable.

Y en hablar de intentar conseguirla, en el post anterior, y gracias a los comentarios, acabé vomitando un post que para mí fue importante: cómo descubrir una manera de explicar un concepto que tenía dentro de mi cabeza y no terminaba de saber cómo explicarlo en palabras.

Aquí os dejo, pues, otra parte de mi teoría sobre la felicidad:

Lograr la felicidad es un concepto abstracto pero que podríamos simplificar en un número. Un número determinado al que, una vez llegas allí, aceptaremos que uno es feliz.

¿Pues bien, cuál es este número? ¿Qué condiciona este número? ¿Partimos siempre des de cero? ¿Qué condiciona des de donde partimos?

A ver, partiremos de un número como por ejemplo el 100. Llegar a 100 significa, grosso modo, ser feliz.

Bien, ¿qué nos condiciona a lograrlo? Si pensamos que la felicidad solo se puede conseguir con una actitud correcta (de lo que va precisamente el post anterior) no podemos negar que hay gente que tiene más facilidad para afrontar con una actitud alegre-abierta-¿correcta? La vida y, por lo tanto, llegar a la felicidad.

¿Qué condiciona esto? Yo creo que es un conjunto de la suma de una base genética (la existencia de caracteres distintos) + el ambiente (entendido como la suma de la educación, la suma de las experiencias pasadas que nos condicionan cómo afrontamos el presente, etc.) al que podríamos llamar CARÁCTER.

Yo creo que este carácter nos dictamina des de donde partimos, es decir, des de qué número empezamos para llegar al 100. ¿Hay gente de naturaleza alegre y positiva que tal vez parta des de 50, 70 u 80? ¿Y gente con un carácter más pesimista (motivado por una genética o por la suma de malas experiencias) que tal vez partan de 20, 10 o 0?

(Permitidme una pregunta freaky: ¿intervendrían aquí la serotonina y otras hormonas de la felicidad?)

Bien, tenemos que el carácter de una persona, sea el que sea y lo sea por las razones que sean, marca una predisposición para lograr el éxito, es decir, el número 100.

Pero bien, ¿y el ENTORNO DIRECTO? ¿Y el entorno que nos afecta al presente (aquí me desmarco del ambiente de que hablaba hace unos párrafos y que por eso he intentado diferenciar AMBIENTE/ENTORNO)?

Creo que podríamos integrar el entorno directo como el factor que condiciona el número a lograr. Es decir, que hasta ahora teníamos un nombre, el 100, que había puesto arbitrariamente. ¿Y si este nombre creciera o disminuyera en función de lo que nos pasa? Se te muere un familiar y el nombre pasa de 100 a 100000000 en un primer momento. Tal vez con el tiempo disminuya. Tal vez no. La persona de la que estas enamorado te dice que te ama. El número pasa de 100 a 0’1 en un flash!

Así pues, ¿todos partimos de un número determinado por nuestro carácter para intentar lograr llegar a otro nombre definitivo condicionado por lo que nos pasa alrededor? Sí y no.

Podríamos complicar la ecuación al hablar de si para cada cosa que nos pasa a cada persona el número variaría igual (¿te dice esa persona que te quiere y pasas del 100 al 0’1 o al 0’3? ¿todo el mundo baja igual?). O hablando de si el número determinado por el carácter es el mismo siempre o varía en función de la situación que debemos afrontar (¿una persona competitiva tendrá un +60 para emocionalmente superar un examen pero solo un +10 para aceptar la muerte de un familiar?).

Bueno, eso sinceramente se convierte en una paranoia prácticamente imposible de responder, al menos para mí. Pero también os confesaré que no me importa.

A mí lo que me importa es creer que, partiendo del número que se parta (la facilidad de cada uno), y teniendo de lograr el número que sea (las circunstancias o dificultades de cada uno), todos, absolutamente todo el mundo, puede conseguir llegar al número deseado y, por lo tanto, ser felices, con la madurez y la actitud correspondiente.

¿No os da una sensación especial de esperanza, de optimismo?

Oriol Talló Parra (5/7/2010; 20:02)

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