jueves, 1 de septiembre de 2011

La bondad

La gente no es buena o mala. La vida, las personas, la ética y la moral son demasiado complejas como para poder clasificar a las personas en buenas o malas. Tampoco lo son los actos. No se puede entender la naturaleza de un acto sin comprender su contexto, la motivación. Y, sinceramente, dudo que ningún ser humano sea capaz de comprender el contexto global y completo que hace que otro ser humano elija o no realizar una acción. Dudo, incluso, que nosotros mismos seamos capaces de entender totalmente el porqué de lo que hacemos.
Así pues, la histórica (y muy usada) rápida selección de lo bueno y lo malo, queda un poco falta de cuerpo, de credibilidad.

¿Deberíamos clasificar los actos según la intención con la que se hacen? Sería complicado ya que las intenciones, pese a ser esenciales, comportan consecuencias que no siempre son las esperadas, tal vez por falta de atención o de ganas de esforzarse en cumplir correctamente esta intención. ¿Quedaría, pues, descrita la naturaleza de un acto en función de la intención? ¿o en función del esfuerzo invertido para que se cumpla? Entonces, ¿nos alejamos de la cuestión de lo que es bueno o malo al no hablar del acto en sí?

Yo creo que hay que ser humilde. Humilde y sincero. Y entender que los conceptos de bien y mal no son absolutos, no son universales. Hay que hacer un esfuerzo para reconocer que clasificamos los actos, sobretodo, en función de nuestra ética individual, en función de lo que nos aportan a nosotros (un acto es menos malo si el beneficiado de éste es uno mismo que si, en un acto idéntico, el perjudicado es uno mismo) o en función de los que nos han enseñado que debemos considerar como bueno o malo.

Es triste y frustrante, pero todo el mundo termina, la mayoría de las veces, barriendo para casa. ¿No os habéis encontrado varias veces defendiendo alguna postura sabiendo que podríais, perfectamente, defender la otra?

¿Cuántas veces habéis juzgado mal una persona por cómo se ha comportado con vosotros (seca, borde, sosa) aún viendo que con otras personas es encantadora?
¿Cuántas veces habéis estado seco/a borde o soso/a con alguien? ¿Os molesta que os juzguen rápido? ¿Creéis que juzgáis rápido?

La subjetividad es una realidad que solo podemos salvar de una manera: siendo perfectamente conscientes de ella.

Yo soy incapaz de resolver la gran problemática sobre los conceptos del bien y del mal. Sólo sé que es una de las grandes asignaturas pendientes que tiene el ser humano, y que hasta que se resuelva (que se resolverá), la humanidad seguirá teniendo problemas de convivencia.

No obstante, creo en la fuerza de la reflexión y en el poder de la empatía. Creo que todos somos más parecidos de lo que nos pensamos y que, si somos capaces de entendernos a nosotros mismos, de esforzarnos para entender a los demás, y si nos juzgamos, inevitablemente de manera subjetiva, pero de igual manera a los otros como a nosotros mismos, estaremos un poco más cerca de una verdad que nos hará más libres, más felices, más humanos.


Oriol Talló Parra (9/11/2009 22:51)


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